Cuando quieren subir al supuesto poder, nos embriagan con su actuada amabilidad, se vuelven sensibles y comprensivos, capaces de llegar al sacrificio, en búsqueda de obtener el imaginario poder. Un día después si lograron su anhelado propósito, se pierden en su propio abismo, gravitan en plano oculto de este mundo, se apegan y aferran a aquello que en su mundo llaman poder, muchos actúan imprudentemente, profesan una utopia de contradicciones, se creen la gran cosa y sobre todo se infectan con la enfermedad de la annecia, olvidando todas sus promesas.
Los que le ayudaron a obtener su propósito, se convierten en su macabro enemigo cuando se dejan usar por las tendencias, todos se creen el mejor, se agachan y salen en la época de promoción de la reelección y padecen de este vicio (como la jaiba salen de sus cuevas cuando truena), a la mayoría le rodea un grupo de oportunistas que aprenden a hablar su lenguaje y siempre le dicen, lo que a ellos le gusta, ¡ha! Estos oportunistas se convierten en vagos.
La mayoría antes de……andan todo rullio, (en nuestro lenguaje popular) después se creen tan importantes, que se hacen los arrogantes, quieren que todos los ciudadanos le rindan pleitesía.
Ah! todos no son iguales, aparecen raras excepciones, muy pocas, pero aparecen.
Marcial Figuereo Rosado.
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